Los productos químicos agresivos y los metales pesados como el cloro, el plomo y el cobre presentes en el agua de la ducha pueden empeorar el eczema al eliminar los aceites naturales de la piel, dejándola seca e irritada. Los minerales del agua dura debilitan aún más la barrera cutánea, lo que dificulta la cicatrización. El agua filtrada elimina estos irritantes, lo que favorece una piel más sana y calmada.